Wu Zetian

Wu Zetian
Emperatriz china; empezó de concubina y acabó de emperatriz. Casi como nuestra Leticia.

lunes, 19 de agosto de 2013

Mujeres que corren

El deporte y las mujeres siempre han tenido una relación dificil: la constancia, el ejercicio duro y la "deformación" física que requieren ciertos deportes no contribuian a que socialmente fuera bien visto que las mujeres lo realizaran. Así, las espaldas de las nadadoras no son vistas como algo bello, los brazos de las que levantan peso son masculinos, el futbol femenino, como dicen, "no es futbol y no es femenino" y el boxeo femenino es poco menos que el diablo: ¿una mujer que pueda pegar mucho mejor que la gran mayoría de varones y sea capaz no sólo de defenderse sino de contraatacar? al infierno. 




Sin embargo, aquí estamos. El año 2012 fue el primer año en que todos los países tuvieron alguna representante femenina en los juegos olímpicos, aunque fuera bien tapada y bien marginada detrás de todos los valientes y legítimos varones. Fue la primera vez que el boxeo femenino pudo contemplarse como deporte olímpico y también la primera vez que una selección -Estados Unidos- presentaba un mayor número de porcentaje de féminas que de varones. A España las medallas se las dieron las mujeres y las mujeres superaron marcas que nunca antes habían sido superadas. Las musulmanas consiguieron jugar con un pañuelo que se desprendía de su cabeza en el caso en el que fuera conveniente y, aunque se continuó haciendo listas de las "más guapas", las entradas más caras fueron las de volei playa femenino y demasiadas veces pesaba más el físico que las capacidades físicas de ellas en la premsa y los periódicos podemos decir que fue un paso adelante, una victoria, algo a celebrar.

Los cánones de belleza femenina pueden prescindir de la realización de deporte alguno. No se requiere de ellas fuerza, agilidad, rapidez o habilidad física alguna (lo demuestran los altos tacones, los incómodos corsés o las peligrosas minifaldas) aunque puede llegar a valorarse alguna de las características que algún deporte proporciona a quiénes lo realizan -como el baile (sobre todo si tiene fines eróticos) el tenis (siempre que se vaya con minifalda) o la gimnasia (lo que debe ser follar con una tia tan elástica)- y, sin embargo, cada vez más veo a más mujeres que recorren la diagonal de Barcelona sudadas mientras resoplan para superar los 30 minutos que tardaron el día anterior en hacer esos dichosos 6 quilómetros. Las mujeres de a pie, como las de las altas esferas deportivas, están moviendo el culo para generar las endorfinas que una buena sudada proporciona al cuerpo. 


Es cierto que los cánones sociales no han cambiado demasiado. Continúa sin valorarse el deporte femenino. Mireia Belmonte decía, al ganar la medalla de oro, que todos los gastos de hotel y demás los tuvieron que sufragar ellas mismas. Ni siquiera tenían un equipo técnico que las apoyase. Decía que el color de pelo de cualquier héroe moderno del fútbol es más importante que el hecho de que sea la primera mujer a bajar de los ocho minutos. Y es que, admitámoslo, el fútbol masculino no es el rey de los deportes: es el dictador (aunque a veces me cueste encontrar las diferencias entre uno y el otro, más en nuestro país). 

Soy optimista en este sentido. Si después de una socialización feroz que no incentiva a las mujeres a pretender conseguir ganarse la vida con el deporte ni aspirar a ser importante en este sentido ni a basar su salud y su aspecto físico en la fuerza y el poder de un cuerpo entrenado que de débil y desprotegido y necesitado de un macho tiene poco, hay mujeres que des de lo alto luchan y sacan de si mismas no sólo el colosal esfuerzo sino también el dinero para llegar a ser las mejores y des del nivel popular cada vez más hay más mujeres que corren en cursas, que juegan a basquet y que montan equipos de fútbol femeninos no puedo sentir más que una alegría salvaje. Las mujeres se están revelando, heroínas diarias que sobresalen entre la maraña, valientes luchadoras. No tengo más que palabras de agradecimiento y ánimo. No sólo están siendo un referente para todas en el deporte nacional: cada niña que pasea con su cochecito de bebé rosa por la diagonal puede sentirse interpelada por el sudor de esas mujeres que después del trabajo, de la família o de un día de descanso absoluto se ponen unas zapatillas y corren. Y corriendo se alejan de los tópicos, de las barbies, de la cadena social que las ata a la belleza de los zapatos de tacón y los escotes pronunciados. Corriendo pueden llegar a alcanzar una mínima parte, una pequeña porción de una libertad que la sociedad les había robado.  

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