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Fotografía que encontré aunque no era ésta a la que me refería |
Es importante tratar la mirada. La mirada y el ojo se asocian al sujeto. Una persona que mira no es lo mismo que una persona que es mirada. La primera ostenta voluntad y puede juzgar ya que tiene la potestad de analizar, de estudiar, de entender...la segunda es un sujeto pasivo, un sujeto mirado, un sujeto que deviene objeto, sin voluntad, sin poder...Icíar Bollaín era consciente, a la hora de escoger el título de su película, qué significaba "dar los ojos" a alguien. Muchas filósofoas han tratado el tema del ojo.
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Anuncio al que me refiero. Gracias a Aina he podido encontrarlo. |
Es una reflexión que me vi obligada a hacer al ver el anuncio de bañadores que se expone esta temporada en las calles de Barcelona. No recuerdo la marca y no he conseguido encontrar la fotografía (gracias a la aportación de Aida en su comentario he podido descubrir que se trata de calvin klein y que es el siguiente anuncio:) pero buscando por internet he encontrado una similar. En la imagen que yo vi la mujer se estira mientras el varón, un poco incorporado, la mira. Una está acostumbrada a ver carteles dónde los cuerpos desnudos son el reclamo y aquello que se anuncia queda relegado a un segundo plano. Ya no se sorprende. Pero este cartel, este cartel donde ella y él aparecen sin ropa, donde ella y él supuestamente estan en un plano de igualdad al ser sus cuerpos y no el producto que llevan puesto el reclamo, me produjo cierta repugnancia. Y al rato me di cuenta que era la mirada. La mirada seria de él cae sobre el cuerpo desnudo de ella convirtiéndose en sujeto y en cambio los ojos de ella se pierden en el infinito deveniendo objeto. No hay igualdad. Ella es mirada, él mira.

En la historia del arte ha sido -y es- una constante esta mirada masculina sobre el cuerpo femenino cosificado. Antaño podríamos decir que el problema era que quien hablaba a través de las imágenes era el imaginario masculino heterosexual:



por ejemplo Boucher, que nos muestra la primera de nuestras mujeres -una mujer sexualmente disponible y de piel rosada- o Ingres, orientalista, que imagina de alguna manera ese harén, ese harén que también él quería y que envidiaba a los musulmanes. Ingres, como muchos otros, fue un obseso con el tema de los harenes y de las mujeres de otras partes del mundo, así como Delacroix o Fortuny, que no se escapan de esta magia de la cosificación y apropiación de los cuerpos femeninos: mujeres esperando, disponibles en cualquier momento y cuando el varón las requiera. La condena de la sociedad islamizada desde occidente a causa de sus supuestos valores poco civilizados va de la mano de esa extraña admiración hacia lo exótico, hacia aquello a lo que no pueden acceder pero que imaginan (equivocadamente, como demuestra el libro de Fatema Mernissi "El harén en Occidente", que lo explica maravillosamente) sobre todo por lo que hace referencia al tema de la mujer y su situación social (no tenían en cuenta o no querían saber que, por ejemplo, en China, el "harén" del emperador o sus concubinas luchaban ferozmente entre ellas para poder ser las preferidas y demandadas por el gobernante, incluyendo en esta lucha sobornos por parte de las familias a los eunucos que las custodiaban y que tenían el derecho de decidir quién iba a pasar a las estancias reales y quién, por lo tanto, podría estar cerca del emperador y de alguna manera influenciarlo. Poco que ver con estas mujeres que refleja Ingres tranquilas y desnudas que se abrazan y se masajean comunamente).
La modernidad no transgredió la figura de la mujer como objeto pero es verdad que la Olympia de Manet fija su mirada en el/la espectadora

y que debemos aceptar que son un tanto inquietantes estos ojos fijos en uno o una. Que no es un cuerpo dejado, un cuerpo espiado, un cuerpo inerme y sin personalidad. La Olympia de Manet, aunque se muestra desnuda, es un sujeto. Y es por su mirada. De alguna manera habíamos dado un paso más, y las mujeres eran miradas y a la vez miraban (en su tiempo fue precisamente la desafiadora mirada de la mujer lo que escandalizó al mundo del arte). Posteriormente, y de la mano de las propias mujeres, podríamos encontrar la mujer que se mira a si misma, el sujeto objetivándose, intentándose entender. Ellas tomaban el relevo a los varones y se dibujaban a sí mismas y a sus compañeras. Intentaban ver quiénes eran, qué eran. Pero... ¿realmente las mujeres han dado el último paso? ¿ Han dejado de mirarse a sí mismas y de ser objeto y sujeto a la vez para devenir observadoras, mironas, sujetos única y exclusivamente? ¿Qué encuentran de erótico en los hombres -y en las mujeres-? Todoas tenemos muy claro qué es aquello sensual de una mujer, aquello atractivo, o almenos el discurso con el que se nos machaca constantemente sobre nuestro físico. ¿Han manifestado ellas qué es lo que físicamente les atrae de los varones? ¿Han reformulado el discurso de la belleza de la masculinidad o permanece aquella que ya construyó la Grecia misógina? ¿Han levantado la voz para crear sobre su supuesto objeto de deseo sexual el mismo discurso que se repiten sobre si mismas una y otra vez? ¿Tenía realmente Froid razón y lo que temen las mujeres es dejar de ser deseadas? ¿Lo que les gusta, lo que quieren, a lo que aspiran es, simplemente, a gustar? ¿Se han apropiado de unos ojos que puedan ver más allá del espejo y miren y juzguen y analicen el mundo, expresando su voluntad y concibiendo deseos propios, nuevos y únicos? un sujeto debe tener su propio discurso, debe expresar su voluntad, debe tener voz e ideas...un sujeto debe crear objetos...y a veces creo que, por lo general, los únicos objetos que han sido capaces de crear las mujeres han sido ellas mismas. Sólo un día, en una exposición del CCCB, vi una serie de fotografías de una fotógrafa que buscaban retratar el erotismo de un varón, el atractivo que ella encontraba en los hombres. Éran unas cuatro o cinco imágenes y yo pensé...por fin! Por fin escucho una voz propia, una voz sexual, una voz que expresa deseo y expresa subjetividad, un discurso nuevo, diferente e inexplorado. Y las miré hasta que dos chicos gais empezaron a reirse ante las imágenes, todo ruborizados y sorprendidos, y supe que no quería escuchar lo que tenían que decir sobre ellas.
Es necesario que aprendamos a crear discursos, que empecemos a mirar con nuestros ojos, con nuestra personalidad y subjetividad. La publicidad no es más que un tópico que no deja de repetir y repetir y me pregunté, mirando aquél cartel que no he encontrado, si alguna vez, en breve, alguna campaña publicitaria haria que fuera ella la que lo mira, que fuera ella la que tuviera los ojos. Que dejaramos de ver el mundo desde esta patriarcalidad y lo pluralizáramos...me di cuenta que hace falta mucha lucha, que está muy lejos. Cuando hablo de machismo mis interlocutoreas me dicen que tengo que esperar, que es un proceso lento, que en unos años saldrán las licenciadas y graduadas y ocuparán lugares de poder...y ahora ya les respondo que si lo que tengo que hacer es esperar, es que nuestro mundo, nombrémoslo como se merece, es machista aún.
Nuestras mujeres son solo espejos, son solo objetos con ojos, sin mirada propia: