Wu Zetian

Wu Zetian
Emperatriz china; empezó de concubina y acabó de emperatriz. Casi como nuestra Leticia.

lunes, 16 de abril de 2012

Heroínas de útero y pechos

Este post se me ocurrió después de ir a ver Incendis en el teatro Romea. Incendis es una obra cumbre del teatro catalán actual, almenos según la crítica y una gran cantidad de personas que la han ido a ver. En mi humilde opinión es un sinfín de despropósitos y sinrazones gratuitas que te hacen perder tres horas de tu vida y una buena cantidad de euros de tu bolsillo (me parece curiosa la publicidad que se hace de las obras de teatro a través de frases y opiniones favorables ya sea de particulares o periódicos o páginas web o personajes mediocramente famosos. Me parece curiosa porqué me recuerda la frase de Oscar Wilde, que dice que "que un hombre muera por una causa no dice nada de la causa misma", y es cierto, porqué han muerto personas por todas las causas habidas y por haber y entonces la credibilidad o importancia de dicha acción es inexistente. Es cierto que en un caso se considera terrorismo y en el otro heroïcidad, pero es indiferente porqué el hecho es el mismo. Si todas las obras tienen críticas positivas...¿es que todas las obras son buenas?).

El post se me ocurrió allí porqué los personajes femeninos siguen un patrón común. La historia de una madre que busca desesperadamente a su hijo, que está dispuesta a arriesgar la vida, a llegar dónde haga falta, a sacrificar lo que convenga. La historia de una hija que decide dejarlo todo para conocer y desvelar la incógnita que su madre, al morir, les encargó. La muerte de una abuela que aconseja a la nieta perdida con su sabiduría femenina... el movimiento, la acción, las voluntades y los objetivos y metas de las mujeres de la obra siempre se basan en la familia. El hijo perdido justifica la locura y la marcha de la madre. Las mujeres heroínas suelen serlo por una causa familiar. Ellas no van, como los varones, a salvar el mundo. Ellas no pueden desvincularse de sus emociones, de su entorno íntimo, de su círculo. Ellas luchan a lo grande para salvar lo pequeño. El amor nos mueve a las mujeres en nuestras ficciones. Ni objetivos personales, ni simple altruismo social, ni grandes metas, ni obligación laboral/ética, ni orgullo propio, ni dignidad ideológica, ni coheréncia vital...que ellas bajen la cabeza para que sus hijos e hijas puedan vivir es concebido como una heroïcidad. El sacrificio, la abnegación y el olvido de su propia vida por la vida de sus familiares y gentes próximas es el gran objetivo final de cualquier mujer que se precie.

Cuando las mujeres aún no habían penetrado oficialmente en el ámbito político, uno de los argumentos que se esgrimía para defender que no lo hicieran era que ellas no estaban capacitadas naturalmente por preocuparse de nada más allá que de su entorno amoroso íntimo familiar. Que no serían capaces de tener una ética y una opinión general que no fuera propícia a sus intereses. Que al no ser la razón su motor principal sino la emotividad y el amor no sería posible que procuraran y pensaran sobre el bien común y la sociedad general. Y así nos dibujan a las mujeres en nuestro entorno ficticio. Héroes de útero y pechos. Héroes sin lógica ni ideales. Héroes que no luchan por un mundo mejor, sino por un mundo mejor para sus hijos e hijas.

Incendis pretendía crear una tragédia contemporánea. Una tragedia que en los hitos clásicos compitiera desde la actualidad, desde un lenguaje de hoy. Y las mujeres de hoy, como las mujeres de Gallardón o las mujeres del Nuevo testamento, somos madres, somos hijas, hermanas y esposas. Y como madres, hijas, hermanas o esposas se nos concede la legitimidad de luchar o matar y es la única manera de conseguir la gloria y el reconocimiento. Hacerlo por propio deseo, por propia voluntad, siendo nosotras y nuestra vida y nuestros deseos el motor, la gasolina y el fin de todo es masculinizarnos, es egoïsmo, es vilipendiable, absurdo y antinatural. Aún no hemos conseguido ser seres humanos y aún no hemos conseguido conceber la mujer por si misma y por si sola. Esclavas de la especie, decía Simone de Beauvoir. Y tenía razón.

"A los hombres se les enseña a pedir perdón por sus fallos; a las mujeres, por sus éxitos.
Lois Wyse

1 comentario:

  1. Muy interesante reflexión y la frase final es buenísima. Seguiremos tus post y trabajando para conseguir una mujer hecha desde dentro, replanteandonos todos los valores sociales heredados .

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